En un país en el que la violencia es el pan de cada día, la norma sería aprender a vivir con ella, normalizarla. Sin embargo nos causa emociones encontradas, la difusión en redes de las desapariciones de seres amados. Con esa difusión fuera de las imágenes amarillistas, nos quedamos con lo que en el mejor de los casos son fotografías de los mejores momentos de aquella persona que permanece desaparecida, imágenes seleccionadas por su familia y amigos.

Para aquellos que desaparecen y aquellos que permanecen, su lucha se convierte en la lucha de todos, por ende en nuestra lucha. Aquellos a los que el sistema les ha fallado, a los que ha abandonado, los llaman marginados, ¿porqué?, porque están al margen, pero hoy, hay quienes deciden estar en el margen por elección, por que la norma no los representa. No olvidamos, la importancia de cada ser humano, de cada hijo (a), hermano (a) que nos fue arrebatado, merece ser recordado, merece ser retratado.
Buscamos retratar al desaparecido con el respeto, la libertad y la dignidad con la que se ejemplifican a los héroes y a los deportistas de élite en las grandes compañías. Que su retrato se vuelva atemporal, un icono de lucha mientras buscamos a ese ser amado.